miércoles, 13 de junio de 2007

El Hombre Invisible

Sé que estás ahí, apoyado en un rincón, observando cada uno de mis pasos, sopesando cada uno de mis movimientos. Puede que seas invisible para mis ojos pero no para mis sentidos. Sé que estás ahí, de modo que me desvisto despacio, suave, solo para ti. Me quito la camiseta mientras me suelto el pelo. Dejo que la falda se deslice hasta el suelo. Me giro, doy un par de vueltas frente a ti para que me veas bien mientras desabrocho el sujetador, mientras me acabo de desnudar.
Y así, vestida solo con mi piel, me tumbo en la cama y me abandono a tus caricias, a tus manos...
¿Tan tímido eres, mi señor invisible? ¿No solo no te dejas ver sino que siquiera me dejas sentir tu piel? Entonces, yo seré tus manos, esta noche yo seré tu piel.

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