jueves, 22 de octubre de 2009

Probadores

Ayúdame a probarme estos vestidos. Mientras me los voy poniendo me ayudas a colocar los otros.
¿Qué te parece este? Me gusta el vuelo que tiene, mira, fíjate. Con un par de vueltas casi se me ve la ropa interior. Bueno, siempre puedo prescindir de ella, ¿no?
Mejor me lo quito.
¿Y este? A lo mejor tiene demasiado escote, ¿no? ¿Tú que dices? Bueno, siempre puedo buscar un sujetador de esos que realzan. Grrr...
Veamos veamos...
Este negro me gusta, realza mis curvas.
Este verde me gusta, realza mis ojos.
Este rojo...
¿Perdón?
¿Que no te gusta ninguno?
Lo siento, querido, no pienso ir sin vestido...

martes, 14 de abril de 2009

Armadura

El caballero comenzó a colocar las piezas de su armadura. Unos segundos más tarde entró en el cuerto su escudero. Apenas echó una mirada a la cama en la que la dama se escondía temerosa entre las sábanas. No quería molestar al caballero, obviamente. Y además, resultaba inútil. A fin de cuentas, sabía qué iba a pasar.
En cuanto el caballero acabó de colocarse la última pieza, o más bien en cuanto el escudero terminó de colocarle la última pieza de la armadura al caballero, observó cómo salía del cuarto sin siquiera regalar una última mirada a su esposa. Estaría allí a su vuelta, como siempre, ¿para qué dignarse en darle más atención de la justa? Los dos hombres salieron del cuarto y se encaminaron al campo de entrenamiento.

-No necesito tu sucia presencia aquí. Yo solo me basto para entrenar y lo sabes. ¡Largo!

El escudero se inclinó y se dió la vuelta antes de sonreír para sí mismo. La próximas horas las pasaría en la cama de la dama, al amparo de sus sábanas, de su fingida timidez, de sus labios de fresa y su mirada de depredador. Se amparó en sus caricias y se inclinó ante sus deseos. Recorrió sus curvas y sus rectas. Se regodeó en su placer, en sus sentidos, en las caricias de su lengua y en sus besos ardientes. Sus suspiros y sus gemidos se ahogaron entre las sábanas y el sudor de su espalda brilló con la luz de la tarde. Ella era su verdadera señora. Ella era su única señora.

-¿Dónde estabas, perro? Llevo media hora buscándote. Ayúdame a quitarme esto. ¡Y luego esfúmate! No sé a qué te dedicas en estas horas... pero...

miércoles, 28 de enero de 2009

Un minuto

Parece que hoy tengo un poco de tiempo para pasearme por el blog. Miro comentarios, recojo los links, paseo por las palabras... unos retoques por aquí, un par de arreglos por allá... y mis dedos vuelan por las teclas aprovechando el tiempo que tengo...
Me recuesto en la silla, alzo la cabeza y paso las manos por mi nuca, giro el cuello para relajarlo. Las dejo deslizarse por el cuello y las dejo deslizarse por los hombros hasta mi pecho. Me sigo acariciando, poco a poco, bajando mis manos hasta mis piernas... y más allá, hasta que me olvido de todo, hasta que el mundo se pierde entre mis caricias y mi respiración entrecortada...
Y por un minuto, por un minuto ya no estoy tan cansada...

viernes, 16 de enero de 2009

Cansada

Me arrastro a casa al final del día, aburrida de las calles, hastiada de los coches, agotada de la gente de las calles.
Enciendo un cigarrillo y apenas le doy una calada y lo tiro al suelo. Mal vicio este...
Una cena rápida, un par de saludos y de vuelta a la cama.
Hoy no hay tiempo para caricias ni abrazos.
Hoy solo voy a dormir...

PD: Sigo viva, solo cansada y sin ganas de escribir... no me lo tengáis en cuenta ;)